viernes, octubre 28, 2005

La señorita es la TV


Cada vez que prendo el control remoto y me dispongo hacer “zapping” por los diferentes canales de la televisión abierta, me percato de la abundancia de programas, cuya única función, es entretener a las personas a expensas de la vida ajena de otros. Sería absurdo denominar “democracia del control remoto” al hecho de poder cambiar de canales cuando se me antoje. Y esto lo planteo no porque crea que la TV no pueda tener una diversidad donde se emitan mensajes audiovisuales que simbolicen diferentes temas, a lo que hago alusión con esto, es más bien al motivo que me alienta a sintonizar otra señal. Y esa motivación no es otra cosa que nadar en un lago que contiene la misma agua. La pluralidad de los contenidos televisivos se reducen a entregar más de lo mismo sobre una agenda de temas distintos, pero tratados de forma símil en los respectivos canales. Lo anterior contribuye a la estigmatización y la creación de estereotipos que moldean la conducta de las personas que ven TV. Las mujeres quieren mejorar su apariencia física para amoldarse al ideal de belleza femenina impuesta por la TV. La publicidad ya ni siquiera subliminalmente, sino que de forma directa, convence a la gente mediante condicionamiento operante. Los niños son más interactivos, pero más agresivos gracias a la TV. No es un dato nuevo que la tele es el medio de comunicación masiva que impacta de forma más profunda en la sociedad, porque transmite noticias en vivo a la distancia. Lo curioso del asunto es que las personas cada vez van dependiendo más de ellas no sólo para informarse, entretenerse o culturizarse, sino que también muchas veces la TV reemplaza la compañía real de personas. Ver televisión es, para algunos, más importante que compartir con otro. No sé si Internet es un medio de comunicación en sí, puesto que nadie lo controla, pero lo que sí estoy seguro es que, por el momento, la televisión todavía tiene la hegemonía sobre el resto de los medios. Por tanto, quienes controlan la TV, tienen un poder sobre la sociedad. La TV es el medio más mediático que existe. El supuesto “Cuarto poder” que poseen los medios, se reduce al que tiene la televisión por sí sola, y es un hecho que los gobiernos de turno de cualquier país que desean controlar a la gente, lo hacen a través de este medio. Si ya no es extraño ver el descomunal exhibicionismo que manifiestan los actores, animadores, bailarines, cantantes, humoristas, modelos o incluso el mismo público que asiste a dichos programas ¿Cómo va a ser extraño que la farándula sea el foco de atención principal que da la televisión, convirtiéndolo en un producto para el consumo de las masas?. Los involucrados en la labor televisiva se defienden argumentando que ellos sólo emiten lo que la gente quiere ver o lo que les interesa y, a su vez, el público receptor se queja del bajo nivel de formación que presenta la TV en su parrilla programática. La interrogante que surge al respecto es ¿Quién controla a quien? ¿Acaso es la TV y los medios en general quienes recogen el interés masivo y crean un producto de consumo audiovisual? o ¿Más bien son las personas que de forma pasiva absorben los mensajes audiovisuales impuestos por la TV y el resto de los medios? Son preguntas complejas difíciles de responder. Puesto que el fenómeno de la comunicación de masas es un círculo vicioso difícil de romper. Se retroalimenta así mismo dentro de al aldea global donde el surgimiento de hipertextos crean redes, tan laberínticas como confusas, que difícilmente uno las pude acotar teóricamente sin caer en prejuicios o redundancias. A medida que la población se acrecienta, las tecnologías de la comunicación también lo hacen. El medio ya no sólo es el masaje ni una extensión de alguna facultad humana como decía Mcluhan, sino que ahora: “la señorita masa” se forma con “la dama TV”.

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