miércoles, enero 30, 2019

Parque Andino Juncal: El cerro de hielo



-El brillo del sol en la cara cobija la suculenta membresía de la vida. Eso se aprecia en el cielo azulado de la cordillera de Los Andes, en lo alto, en un glaciar. Hielo petrificado que se derrite de a poco. Cientos o miles de años perdura, pero esa reserva natural de agua dulce podría desaparecer por el cambio climático. Ojo con eso. O con la explotación minera en la zona.


Por Gabriel Angulo González

Más de 20 km de recorrido de trekking te permiten llegar al glaciar desde el inicio: el camping. A unos 3000 msnm se aprecia la belleza del glaciar con aguas milenarias. Un suelo despierto. Un rotundo manjar de la vista. Es un #TrekkingForADream que se hace carne con el hecho estar parado ahí: era que no. En carretera Paso Los Libertadores, a unos 4 km al este de la localidad de Guardia Vieja se encuentra el Parque Andino Juncal.



El Parque invita al goce. Se cancela $2.500 p/p para acampar y $5.000 para realizar el sendero. Un costo que lo vale. Se trata de un disfrute sempiterno e inefable de superficies rodeada de río, montaña, humedales, además, por supuesto, de especies endémicas de flora y fauna del increíble lugar protegido bajo la categoría internacional del convenio de humedales Ramsar.



Cerro de hielo cubierto de arena y rocas: superficie única. Abajo se derrite o transcurre el agua, arriba la solidez del piso sorprende. Si pisas en falso, en todo caso, caes y te congelas en sectores blandos. Como sea, la sensación es de estar en otro mundo. Tierra de hielo, blanco y transparente líquido. Te consolidas y cambias de estado. La perfección del ciclo hídrico hecho carne. Y como nada es para siempre, el hielo deja serlo y se convierte en agua que se evapora y vuelve precipitando al mismo sitio, aunque para eso podrían pasar miles de años. La naturaleza tiene sus tiempos.



Con el calentamiento global en boga, sin embargo, ¿En 40 años más seguirá esa reserva natural de agua dulce? A lo mejor no. Quién sabe. Lo concreto es que mientras no desaparezca el glaciar, esta parte de la Cordillera de Los Andes seguirá apreciándose. Incluso, si se ve enfrentado a una amenaza peligrosa como la arremetida de una minera en los bordes del parque. Una falta de respeto mortal, y ambiental, que puede destruir la sustentabilidad del sitio natural. Como siempre, la irracionalidad del hombre destruye aquello hermoso que luego lamenta con sangre, sudor y pena.




Noche estrellada. Día azulado. Cada momento es un don melódico que invita a la perfección y el equilibrio de la madre Tierra. Lejanía solitaria, pero cercana a la vez. Dimensión desconocida que se hace conocida por momentos mágicos en la noche y el respiro del viento en el día. Aire puro y celestino. Pulmones que anhelan sentirlo y el pelo ondula la postura del movimiento invisible. La vibración está, aunque no se ve. El universo confabula a tu favor en ese lugar. Acampa en la montaña y sé parte del lugar. Congenia con los otros, con el respeto, con la ética de la naturaleza, con el silencio del silbido vibracional del viento. Ese viento que sigue soplando. Ese río que sigue fluyendo. La quietud es a ojos humanos para apreciar el movimiento y ritmo constante del universo, a nivel molecular, material y espiritual. Los ciclos se repiten; solo cambian los protagonistas y el escenario.



Chile, país privilegiado con mar, bosque, montaña, desiertos, glaciares y rica biodiversidad. Hay que conocer el territorio en el que uno vive. No puede ser que extranjeros, turistas o residentes, sepan más de Chile que los propios chilenos. Eso debe cambiar con precios justos y acceso en turismo nacional, tanto en traslado como hospedaje. El Gobierno debe aportar lo suyo.

La resonancia magnética de la pirámide mental se enciende en planos naturales. Una montaña, una mañana, un despertar, unas ganas de cantar. El honor se mide por la altura de tu mirada y valores leales. Sube lo más alto y verás que eres diminuto, pero con mirada amplia, la panorámica existencial, el tesoro perdido, la verdad absoluta. No hay descripción alocada en contornos tallados por Dios.

Con amigos es mejor. De a cuatro las miradas se amplifican. Se sintoniza a una misma frecuencia del llamado de la naturaleza. La vibración del entorno. Lo vivido se registra en una canción bella en la mente con imágenes de altas cumbres, de vegetación expectante y fauna escurridiza. ¡Salud y vida al parque!



*Fotos varias:











martes, enero 08, 2019

El recuerdo del tren



-Quien desee zambullirse en un mar de nostalgia, este tren es la opción indicada. Te traslada mentalmente en tiempo y espacio. Vagones acondicionados de principios del siglo XX rememoran un tiempo de viaje ido, pero que retorna al presente con aires solemnes del respeto al trayecto en rieles. Recomendado 100% para aquellos melancólicos de aventuras pasadas y larga vida.



Por Gabriel Angulo González

Tiene su magia. No es lo mismo que en bicicleta, en bus o auto. Obvio. El famoso "Tren al sur" de Los Prisioneros, es reemplazo por el "Tren a la Costa" de quien quiera escribir una canción así. Se trata del "Tren del Recuerdo". Es pasado que cobra vida y rejuvenece el espíritu de quien se sentó en asientos de vagones de madera recubiertos con metales, que no se han oxidado. Con este tren, la memoria no se oxida.



Adentro se respira un aire diferente y antiguo. El vibrar del vagón te traslada al encuentro porteño con dirección a San Antonio. Rieles enrielados en paisajes disímiles. Pobreza a flor de piel por doquier antes de salir de Maipú; se observa, eso sí, como paisaje desagradable. Flores de basura, mediaguas de paisaje y gente saludando. Suciedad de sociedad de contrastes.


Se avanza y se ven casas nuevas también. La paradoja radica en que en zonas rurales parcelas grandes adornan el paisaje con árboles, pasto, tierra fértil, cosechas, animales. Y claro, grandes casas, con piscina y hasta con canchas de futbolito. Un sonido pronuncia el tren cual latido del corazón. Ritmo de vida sincopado. Acostumbrado al destino prefijado en rieles enterrados.

Y el viento azota la cara y enreda el pelo. Percibir esa brisa no tiene precio. Los vagones de trenes modernos tienen ventilación automatizada, por tanto, no permiten la apertura de ventana selladas y cubiertas con un vidrio grueso y polarizados. Mientras, los vagones antiguos sí tenían dicha posibilidad al permitir abrir las ventanas en marcos de madera. Sacar la cabeza.

 

Un tanto peligroso en un trayecto donde hay gente desubicada sin educación, que lanza piedras al tren que casi nunca pasa, casi como burla del sistema desigual. Pese a dicha insolencia social, uno contempla el paisaje que ofrece el andar lento, pero seguro del tren y contempla la pureza de cada lugar.

Lo lento del recorrido te hace valorar más el viaje. Hay tiempo para leer, conversar con el acompañante u otros viajer@s que uno topa en el tren. Da hambre. Hay un carro bar que ofrece pisco sour, cervezas, bebidas,  papas fritas, snack y frutos secos. Otro vagón tiene una cocina, otro una pequeña sala de cine, otro sillones grandes y cómodos: el carro más caro. Deferentes precios, con diferentes comodidades. Y la música no falta, con cantante con guitarra en mano. Toca canciones de la "Nueva ola", de los años 60´o folclóricas para estimular la mente y oídos de personas mayores, que conocen de antaño aquellas melodías de juventud o infancia. Viaje a parte con sonidos. Y no faltan los vendedores de libros, recuerdos o artesanías ligadas al susodicho tren.


Familias. Niños, pero sobre todo adultos mayores asisten al recorrido nostálgico. Un retorno de un tiempo que ya fue en el siglo XX. Juventud recuperada por momentos. Tres horas y algo de recorrido. Desde Santiago a San Antonio. Idea y vuelta. Rememorando un pasado de turismo nacional interno a la costa, hoy litoral central, el "boom" de los ferrocarriles en la década del 30'  o del 40' en Chile. Con paso intermedio por rincones de Melipilla y otras comunas.

En el periplo se aprecian paisajes únicos. El campo chileno aflora en plenitud y el bosque nativo en el descenso de la Cordillera de la Costa hacia San Antonio invita a una mira reflexiva que te hace valorar la naturaleza de nuestro país. El paso por cinco túneles conecta dimensiones entre cerritos y contornos del recorrido, que completan el escenario del viaje.


Los vagones antiguos son arrastrados por dos locomotoras diésel de la década del 50´. Se trata  de coches patrimoniales fabricados en Alemania en 1923, algunos de ellos con interior de madera y decoraciones de la época.

El punto a destacar es el servicio del "Tren del Recuerdo", que incluye el viaje ida y regreso entre Estación Central y San Antonio; desayuno y once; además de música en vivo con presentación de 15 minutos de música folclórica por coche. Nada mal para un viaje con retorno nostálgico, pero que llena el corazón de alegría y rejuvenece el espíritu.


*Más detalles:
Salida desde Estación Central 09:40 horas.
Arribo a San Antonio 13:20 horas.
Regreso desde San Antonio 17:40 horas.
Arribo a Estación Central 21:00 horas.
Venta de pasajes online en www.trendelrecuerdo.cl

Venta de pasajes presencial e informaciones:
Boletería Tren del Recuerdo, Estación Central de FFCC.
Lunes a viernes de 09:00 a 20:00 horas.
Sábado, domingo y festivos de 12:00 a 18:00 horas.
Fono (+562) 2585 5991
informaciones@trendelrecuerdo.cl




*Imágenes del viaje realizado en El Tren del Recuerdo:


























miércoles, enero 02, 2019

Magia en el Valle del Elqui



-Si un lugar respira tranquilidad soleada de día y solemnidad fría de noche es es el Valle del Elqui. No es cualquier valle. Es uno ubicado en el norte de Chile. Específicamente, en la Región de Coquimbo. Si se conoce con amigos, la experiencia enriquecedora se amplifica a mil. Disfruta. Camina. Respira.

La sola presencia de uno allí te contagia de una magia especial, manifestada en su viento, sol y aire que refresca los pulmones y te hace sentir puramente con tus sentidos el majestuoso entorno bello. Aparecen viñedos, cactus, tierra fértil y no tanto. Sectores más cercano a la cordillera de Los Andes y otros más próximos a La Serena. Así es el Valle.

Por Gabriel Angulo González

Cuando, encima, te acompañan compañeros de aventura, la experiencia de estar allá se enriquece al 1000%. Es decir, se multiplica por 10 esa sensación casi trascendental, que todos buscan en paz.

Uno, en soledad, disfruta igual, pero con otros se amplifica la belleza del panorama observado. Un lugar mágico es el Valle. Si la magia se define como algo oculto que sale a la luz, a través de un mago; pues bien, el Valle muestra esa magia, esa mística de aire rico por si mismo, que llena el alma y contenta el espíritu. Los magos somos nosotros los aventureros que recorremos sus territorios y miramos de noche su cielo estrellado. Descubrimos lo que tan oculto no está si eres observador.

Las comadres de aventura -Pali, Edith y Coté- dijeron cuando partimos el recorrido de trekking: "¡Qué maravilla este lugar!". Y avanzamos a pasos agigantados. Un pequeño paso para nosotros, pero uno grande en la voluntad. Sobre todo, de alguien con experiencia que rejuvenece en este lugar. Que viene de Montevideo. U otro de Europa, de una ciudad parisina tan lejana, cuyo visitante acerca su esencia al Valle.

Cuando llegas a la cascada oculta refrescas la ida. Si es que antes no te diste un chapusón en el Puclaro. Uno se refresca y puede absorber en parte el calor del lugar bañándote con esa agua. El embalse Puclaro, en sí, está situado sobre el antiguo pueblo de Gualliguaica.

Su construcción se inicia en agosto de 1996, y el 15 de octubre de 1999 se inició el llenado del embalse. Lo anterior, a pesar de las pérdidas causadas por los temporales de agosto de 1997, que alteraron el plan de construcción. Técnicas aplicables a grandes presas determinan la capacidad del Embalse Puclaro en 200 hm³ al día de hoy, permitiendo una adecuada seguridad de riego a 20.700 ha aprox., lo que significa más que duplicar el área regada antes de la construcción de la represa.

Esa piscina enorme, por decirlo de alguna forma, colorea el paisaje hermoso. La guinda de la torta somos los observadores. El viento su testigo, además del sol radiante que quema, pero no tanto si vas con bloqueador. Caminamos más de 6 horas de ida y vuelta. Pero valió la pena cada paso dado. Éramos cinco.




La guía turística, María José, es "seca". Conoce el lugar como la palma de sus manos. Además, de contar la historia del Valle y esa zona (Mientras yo dormitaba), imaginaba cómo era la vida de los pueblos precolombinos y luego su adaptación a la amenaza del imperio Inca y de los diaguitas. El famoso "jarropato" se me viene a la mente como artefacto de greda, que se usaba como utensilio de alimentación para guardar agua o jugos especiales que seguramente preparaban. Además, los pueblos antepasados del lugar debieron hacer frente a la sequía con formas de agricultura de secano y escalonado en cerros. Adaptación algunos lugareños preservan en la actualidad.

El tiempo no cubre la mística del Valle. Sea en este sitio o más arriba, el embalse tapa un pueblo fantasma, pero cuyo aroma y legado natural sigue aflorando en las cercanías. El Valle no se acabará nunca. Seguirá floreciendo, pese al desarrollo poco sustentable de la Región de Coquimbo, con mineras como El Indio y Los Pelambres poco responsables ambientalmente. Como sea, el Valle con su gente, como la "Coté" que ama el lugar y por eso lo comparte con turistas o amigos, seguirá vivo con esa mística y miles de nosotros iremos, y los hijos de nuestros hijos también, dado que como el Valle no hay dos. Hay otros, pero con otra mística. La del Valle del Elqui sigue intacta en el mismo pueblo de Vicuña, alrededores y cada centímetro del terreno seco, pero fértil. Frío de noche y caluroso de día. 

En sus contornos Gabriela Mistral forjó su poesía, tan mágica y única como el propio Valle. Si eres de Chile y no estuviste ahí, eres chileno incompleto. Edúcate, viaja y conoce el Valle, porque: “La educación es, tal vez, la forma más alta de buscar a Dios”, decía Mistral. Los de afuera, muchas veces, valoran más nuestro propio territorio. “El mundo fue más hermoso desde que me hiciste aliada, cuando junto de un espino nos quedamos sin palabras ¡y el amor como el espino nos traspasó de fragancia!”, dice la poetisa. ¡Sigue vivo en la memoria y las tierras del norte chico, querido Valle del Elqui!/ NV.