miércoles, diciembre 14, 2005

20 años



Cada minuto que transcurre de mi vida es un incentivo o energía superior que me permite continuar este camino con la esperanza del porvenir, en la felicidad plena. El viento que acompaña los cambios de mi conducta, es el mismo que me alimenta del aire necesario para reflexionar y respirar las esencias de las cosas.

El tiempo no determina la madurez, sino que simplemente recoge las experiencias vividas con el objeto de encasillarlas en los armarios de la memoria humana. Puedo mirara hacia atrás y contemplar la ruta de la calle solitaria, la cual está llena de piedras que simbolizan los obstáculos que tuve que soslayar para llegar donde estoy ahora; avancé lento, pero seguro; lloré, grité, reí y soñé y lo disfruté. El sonido de la naturaleza es música para mis oídos, sin el, no hubiese podido sentir al mundo por el lado bello. Los astros no justificarán mi destino, pues yo mismo lo edificaré con sacrificios asumidos. Se prende la luz de mi conciencia que alberga a mi ego encadenado, por el peso de la historia; trataré de liberarme reuniendo fuerzas con el fin de atreverme a creer en mí, como el héroe de mi existencia que rompe con la historia.

Los otros me observan y tienen expectativas de mí, pero ellos no saben que yo también tengo expectativas de ellos. Por consiguiente, no me queda otra cosa que utilizar la empatía para comprender al resto; de la misma forma que ellos asumen que soy distinto y que no cambiaré. Sólo de esta manera podré aceptar la compañía, y así poder sepultar la soledad.