martes, noviembre 04, 2014

Los círculos que encierran tu mundo



La vida continúa. Claro. Sigue. A pasos firmes. Son tres décadas vividas. Solo o acompañado. Camino o corro. Da lo mismo. Algo no se altera en mí: mi alma. Ya redescubrí mi mundo interior. Estoy en paz conmigo mismo, y con mi cuerpo. Reconcilié los espíritus contrapuestos. Ya saludo la bandera y la miro con otros ojos. Se fue el niño que, de antaño, vislumbraba la maravilla de la ilusión inocente. En su reemplazo ingresó el adulto joven que es autovalente. No llora mucho. Ríe mucho y alegra a los demás. No se conforma con mirar, actúa para vivir su vida. Atenta contra los pesimistas y calla los dolores ajenos. Motivos de meditación han sanado la ansiedad; esa que no dejaba serenar la existencia. Cuando se lucha por lo que se quiere uno es más feliz. Vivir significa no perder el tiempo en pensamientos inhóspitos. Vivir para pensar es desgastar la batería de tu existencia en lagunas mentales. Cada cual maneja a su albedrío los cauces de sus ríos. La marioneta dejó a su amo. La dictadura de la emoción trastocada dio paso al ebrio cementerio de su mente. Está pasado, a lo fehaciente de su no-vida. Sobrevivir es contentarse con estar, pero sin sentir. Lo que sientes, vuelve. La circunstancia cambia, pero se mantiene algo inalterable. La vida tiene sentidos opuestos, que disgregan y retoman sendas ya caminadas. Lo importante es mirar al cielo y descubrir que el horizonte es más lejano que tu universo terrenal. Ya no hay copias que copiar. El manejo del habla dice que no hay lenguaje subyacente. Lo subliminal dejó de ser tema. Lo directo, concreto y espontaneo está de moda. Aunque el caracol de la escalera me devuelva al punto de inicio, eso no será lo mismo. Cambió el ser y también su quehacer. No hay fronteras que no respondan al espiral esencial en todo. En todo se ve eso. Mira que a nadie le incumbe. Mira que a nadie le falta un pan. Bueno, el pobre de espíritu tiene más hambre que aquel que tiene nada para comer. El sol ya iluminó el porvenir. Se ve difuso, en claroscuros sempiternos de cerros de amor, casi correspondido. En la cima estoy, quiero estar, con la amada. Solo es fome. Fomeque, reguleque. Es como nadar contra la corriente solo, sin que nadie admire dicha osadía. La valentía tiene olor a miedo. Es valiente para alimentar el ego. No esconde su cara, porque sus cicatrices las muestra. Anhela ser el santo de su propio diablo. El ángel de la nueva buena. Es el dictador de pájaros fugitivos. El ruiseñor de cantares antiguos, convertidos en ceniza. Y ya murió el terrible sueño americano. Ya no hay esperanza de antes. La de hoy se llama presente vacío, posmodernismo materialista, individualista, hedonista y superfluo. Pero es vida. Vida de la buena vida. Comer comida china o japonesa. Es la idea. Arriba te miran extraño, abajo también. Al medio eres tú mismo. Al final soy yo mismo, el auténtico, el único. Todos somos así. Estoy construyendo mi futuro, siendo más consciente de mi realidad colindante y de mi interior, que está en paz. La armonía se llama felicidad. Equilibrio mental. Sinfonía celestina, que adorna atardeceres relajantes. Y sigo, y vuelvo, y sigo. La vida es el espiral fractal de mi propia existencia, Construyo un mundo para mí feliz, porque deseo hacerlo, con la persona que me acompañe a materializar dicho destino. Ese que añoro. La ilusión sigue, aunque contaminada con realidad, pura y sarcástica. Está llamado uno a seguir su misión. Y punto. Y eso. Y con amor digo que agradezco a la vida.