jueves, junio 24, 2010

Ominsciencia neutral


Miro. Toco. Siento. Respiro. Admiro la vida, pero no la vivo a plenitud. Me falta ese manjar de dioses que inspira hasta el más mínimo detalle sumergido dentro de mi alma. Esa cualidad con cara de mujer gatúbela, envuelve los rincones de mi fachada espiritual. Está lejos esa persona, pero cerca su recuerdo. Reconstruyo lo vivido con una mirada horizontal, panorámica, general. Es una vista desisteresada, pero abarcadora. Contemplar la vida como un caballero neutral es una tarea no recomendable. Exige imparcialdiad plena y desprejuiciamientos absolutos sobre disímiles materias sociales. Los otros no comprenden lo que veo. Los otros son el reflejo de mis ojos ciegos. No aprecio sus mentes. No me acomodo a lo fácil. Lloro lo complejo y me río de lo diverso. Tengo acceso interior y exterior. Soy el semidios de las poesías vagas. El enclaustrador de misterios soterrados por desdenes corruptos. Ni un loco se anima a dislocar su tarima. Si hasta la mariposa dejó de volar: volvió a ser lombríz. Ni el brillo de sus ojos opaca mi cordura. La quiero, a pesar de todo. Me quiero como el gato al perro. Existo para vivir y vivo para no morir. Es una canción sin tono ni ritmo. Con pelos en la lengua no como cochinadas. Igual tengo una consciencia plena. Percibo la cuarta dimensión. Abro el espectro de mi mente. Casi como el ojo que lo ve todo. El tercer ojo existe si uno cree en ello. Vemos lo que creemos. Construimos el mundo que queremos. No lloro por nada ni pienso por todo. Hago lo que me dicta el corazón. Veo lo externo. Lo interno cuesta ver más. Pero contando la vida de otros puedo programar una secuencia con sentido, principio, desarrollo y fin.