lunes, enero 30, 2017

Viento arriba


(Cumbre del Cerro Provincia: Julio, 2016).


No aflojo el paso. Miro alrededor y observo majestuosidad. Lo más alto de la tierra descubro. Conjunción de emociones precipitan el andar. El sendero marcado indica donde ir. Además de la sempiterna sensación de confundirse con el entorno, te fusiona el silencio reinante y la paz que aquieta la mente. Despejado el pensamiento, en panorámica amplificada. Puntos se ven chicos; los terrenos urbanos que dibujan ciudad.

Gestiones hechas por obligación. Si subes a lo alto, lo bajo no carcome. Alas tengo. Ojo tercero, el de la frente, el de la visualización, que te hace perderte en abismos.

Miro en perspectiva las desgracias alegres de borrachos casi solteros. Comparo la tarde con la noche y la mañana es más candente. Entre caerme y tropezar, prefiero seguir adelante; pues el sendero lo hago yo mismo. Ahí no estaré, puesto que acá ya no hay nubes. Despejada soledad se mueve en vaivenes naturales.

Reflejo perplejo de la anatomía celestial. Sublime ruiseñor que añora vivir en calma. Las olas se mueven en dirección de las nubes. Es un mar de nubes cubiertas de sal líquida. Tal cosa no existe; tal gato de agua, lápiz de cartón. Hay verdad oculta en tu mirada. No miro ya. Vergüenza sofocada en sol que quema. Prefiero hacer dormir los sueños que vivirlos ilusoriamente en realidades mezquinas. Abrigo a mi propio ego, que pide a gritos más atención. Desconozco lo cierto del pasado. Ahora, el ahora, es el ahora de mi presente, que siempre es presente. Reiteración suculenta de un manjar en medio de la arena. Viene la mosca molesta.
Que se aparte de jugar. Necesita renacer. Nadie, en su sano juicio, aspira a ser un rey de población.

Se acabo la necesidad de que me necesiten. Se acabó el deseo de tener cosas. Soy lo que soy y punto. El manantial consumado que sigue su curso, el circo andante que alegra las almas débiles. El vaquero sin pistola, que apunta con palabras a quien lo hiere. Causa más dolor un vocablo hiriente, que un balazo en el brazo. Cojo, y todo, corro como chino. Los pajaritos hablan. Murmullan de mi locura. Empero, me entienden. Me entiendo en ellos. Conciencia efímera de la eternidad misma. Razón pura despojada de prejuicios. Fragancias adornadas con flores secas. Marcho, nada más. La quietud perdió la batalla.

Una canción. El retorno de volver a lo mismo. Sale de la rueda. Huye lejos. El corazón tiene sed de lo fugitivo. No hay amores sin temores. Ni canciones sin melodías. Barcos sin puertos; hombres sin Dios.
Soy lo que soy. La imagen identificada de nostalgia pasajera. Despojada de nostalgia, la mente es más libre que el viento. La imaginación te traslada donde sea. Así sea.