martes, abril 27, 2010

Punta de Tralca


Cartagena ya no es la comuna más popular del litoral central. Isla negra con la casa de Pablo Neruda y Las Cruces con la de Nicanor Parra ya no son novedad. El Quisco está en alza; un balneario en particular, marca la tendencia. Asambleas plenarias de arzobispos católicos y congresos ideológicos como el celebrado el año pasado por el partido político Unión Demócrata Independiente (UDI), han copado el santuario espiritual, que es el epicentro neurálgico con vista al mar que posee la playa. Con arena de piedrecillas, más amarilla y menos ‘pegote’ que la de otras, cada verano-y festivos- el número de visitantes aumenta. Pasando de cientos a miles. De ahí se justifica la inversión en pavimentación e iluminación en su plaza principal. Hay incluso una campaña para mantener limpia la playa, botando la basura en los contenedores dispuestos para ello. “Antes era más exclusiva”, afirma Rodolfo Ovalle (67), dueño de una cabaña en la zona desde hace treinta años. “Cuando quiero un respiro espiritual, vengo acá para meditar y desconectarme de Santiago”, arguye sereno Emilio Fuentes (35), quien cada vez que su tiempo lo permite se escapa en su auto a contemplar el azulino horizonte. Como él, todos buscamos un lugar para hallar la paz interior. Antes se hacía alpinismo en su gran roca. Aunque muchos han perecido al desafiar su escalamiento: he ahí las dos animitas. Eso no merma la tranquilidad evocada en sus terrenos, que se masifica cada día. Para enamorados, el rompeolas apreciado al otro lado de la roca envuelve la nostalgia impregnada en un aroma de brisa marina, que refresca el aliento. Antes no había boyas ni salvavidas. Ahora no sólo hay eso, sino también kioscos y en verano los teams atraen a más público. Posee casi dos kilómetros de playa; el sector sur es apto para el baño y para la pesca deportiva. El norte también, donde está un recinto veraniego del Banco Central; aunque veranean menos personas allí. Y las que van, lo hacen para mariscar. Si no es la playa más popular con el tiempo podría serlo. A medida que sube el comercio y el turismo en la zona, posicionándose la serenidad que explota su roca, se va esfumando la magia de este lugar especial: Punta de Tralca.

martes, abril 13, 2010

El deber de no deber


Como la vida se apagaba en ti, un antes de partir querías. Nada te quedaba, sólo poseías tus convicciones morales. La bella morosidad aparecía ante ti, con cara de erario, por eso, cada jornada intentaste saldarla. Una mañana, yendo a la rutina, los cuerpos bloquearon el futuro. Aún así, desesperada tu vejez enferma, pidió espacio para desprenderse de la atadura. El movimiento del vehículo, alentó tu deseo al punto de la ebullición realista: tenías esa deuda pendiente…De pronto, el “perdonazo” emanó de ella y tu existencia dio un giro de 180º. Mirando hacia el infinito, jamás volviste a pasarte rollos.