lunes, octubre 13, 2008

La crisis subyacente

Todo está más caro. Y en los bolsillos, las monedas escasean porque los sueldos no aumentan. El costo de la vida sube cada vez más por la recesión que está afectando a países con desarrollos emergentes, como el caso de Chile, que dependen en gran medida de los vaivenes de la economía estounidense. La inflación se infla cuando esta potencia norteamericana navega por ríos turbulentos, que podrían dirigirla directo al precipicio. De este modo, la crisis financiera de Wall Street repercute enormemente en el mercado bursátil de las principales bolsas del mundo, que ven alarmados la vulnerabilidad de los bancos propensos a quebrar porque pierden demasiada liquidez. Situación para nada aislada, que parece indicar que el capitalismo muestra síntomas de desgaste, ya que la inyección de más de setecientos mil millones de dólares que aportó las arcas fiscales del gobierno de Bush, es sólo una solución de parche insuficiencite para cubrir los requerimientos exigidos por el sector bancario, que ya no tiene la capacidad de otorgar créditos a gran escala.
El tema se resuelve mediante la regulación del sistema. Un especie de capitalismo renovado. Pero, ¿quién regula a quién? Supuestamente es el Estado el ente fiscalizador del mercado, que vela por el bien común, el buen funcionamiento de la economía, interviniendo con medidas concretas que mantengan la estabilidad del crecimiento y manejando como puede la inflación con su política monetaria. No obstante, el sector privado, que incluye a la mayoría de los bancos, a traves de agencias clasificadoras de riesgos, por ejemplo, también debe actuar para analizar el mercado-por iniciativa propia-y prever coyuntuas nefastas para la inversión. Así, se practicaría la tan parafraseada "responsabilidad social empresarial", dando insentivos a los trabajadores para mermar los efectos negativos de la crisis en sus vidas, puesto que es innegable podrían derivarse bajas salariales, despidos o que aumente la cesantía, haciendo emerger una crisis oculta o más específica del país: la del endeudamiento de los chilenos, que compran todo con tarjeta.
En consecuencia, al Estado no le queda otra que seguir arrastrando las deudas generales del país, siendo el aval de los bancos, pero sin descuidar a las personas. Así como invierte dinero en la banca para que no pierdan liquidez, del mismo modo debiera subsidiar a quienes realmente-clase media y pobre-sufren las consecuencias nefastas del encarecimiento de los productos como alimentos, combustibles, medicamentos, etc. Y como nada es para siempre, lo que para algunos es un estancamiento, para otros con mentalidad emprendedora es una oportunidad para surgir después. Han habido crisis peores. Esta del 2008 será recordada por el salvataje estatal.