domingo, mayo 09, 2021

Las velas mentales de luz amorosa

La inmanente llama plena de amor



La vida transcurre más allá de lo habitual. Y en mis sueños apareces y en mi subconsciente permaneces. Sensación entre nostálgica y dichosa. Eres tú y tu decisión. Tu proyecto, orientación y destino. Yo de lejos observo, como quien ve alejarse a lo lejos, desde el último carril de un tren en marcha, lo bello de lo nuestro que vivo está, pero que ya no late unidos. La vida es así. Uno se enamora, cultiva el amor que perdura, aunque ya no con la fuerza que mantiene viva la relación. Para siempre es nada. Y todo di, lo dimos y actuamos en consecuencia. Mas no es voluntad del Altísimo florecer al lado del otro. Solo Él sabe si el futuro tiene buenas nuevas que crucen nuevamente nuestros caminos. Volveremos a mirar juntos el horizonte marino. Volveremos acariciar la vida, la piel y miraré tu bello rostro.

Ese angelical que enamora la dicha, pero también el alma, la ternura. Esa sonrisa que envuelve alegría, belleza e inocencia. Algo invaluable, que llegó para quedarse y quedó petrificado en mi ser como la obra de arte del sentimiento que hacia ti mantengo, y que mantiene viva la llama del ser en tiempo de desvelo, tormento e incertidumbre. 

Aislados, encerrados, cuarentenados. Uno contempla más. Uno reflexiona más. Uno crea más. La mirada es diferente. Uno agradece más. Agradece tener familia, salud, techo, alimento y vida. Aparece desde el interior aquello que nos mantiene plenos...y vivos. Es la llama del amor que se niega apagarse. Ojo de luz. Linterna del ser. Divinidad en cada quien de fe proyectada hacia Dios. Infinita bondad. Es la pasión a flor de piel, que no desvanece ante tu sonrisa plena, que cultiva la bondad en mi e ilumina tu camino. Es una llama que también vive en ti. Hay paz, no hay dolor, solo recuerdos. Bella melancolía romántica con aroma de rosa y jazmín. Fluye en mis venas aquello que se origina del corazón: la ilusión de vernos juntos de la mano.

Incansable sensación misteriosa. Nunca venenosa. Al contrario, es la paz hecha verdad, hecha deidad. Es uno con Dios, con el todo. La sonrisa tuya enamora al ángel que habita en mí, esa angelical devoción interna que llena el espíritu. Transitas en esta tierra. La naturaleza se rinde ante tu mirada. Tu rostro es ternura y calma. Es belleza, inocencia y bondad. Alegría que permanece en el enamoramiento, que permanece. No se desvanece. Fluye con diferentes fuerzas, en diferentes momentos y contexto. Eso sí, no muere nunca. Pensar en el otro es cultivar el amor. La empatía nace de la relación con otros. No somos individualidades solitarias que viven su aislamiento, sino seres gregarios que compartimos ilusiones, convicciones, ideologías y vivencias. De ahí cuando despierta algo hermoso por el amor hacia otra persona, adquiere un sentido profundo. Nos hace más humanos ante la adversidad. Dar felicidad al ser amado es recibirlo al mismo tiempo. 

Si la oración es un verdadero descanso del alma, la meditación es el momemtum que pacifica el alma, ordena las ideas y concientiza el presente para actuar con calma. Dicen que los contemplativos son como los pulmones de la Iglesia. Son el espacio por donde respira el evangelio vivo. Celestino es el cielo que nunca está nublado por maldades. Paz eterna de la misericordia universal. 

No hay abismo en claridad. Las tinieblas desaparecen cuando vive en ti la divinidad del Dios vivo hecho luz. Hecho conciencia. El mar da paz que tranquiliza los momentos de inquietud.

La existencia se hace presente cuando piensas sobre aquello. La conciencia reconoce que estás vivo. Obviedad, que se vive cuando desvarías nimiedades. El sortilegio de vidrios rotos es la consecuencia de enlodar la dicha. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Jamás la virtud será sepultada por demonios vestidos de oveja, que acechan la comarca. La ciudad se libra del pecado, del tormento, del predicamento. Allá la vívora se ríe a lo lejos del espectáculo cavernícola que transmutó a divinidad actualizada. Contratiempos. Ahogo. Mira, esa tal vida. Mira, esa tal comida. Mira, esa tal salida. No hay encierro en cuarentena divina. No hay espacio vacío cuando te llenas de bondad y paz interior. El aura hecho carne. La energía pura, celestina del árbol de la vida que acecha para vencer. Noches y días pasarán. Mas lo que quiero llorará. La manzana ya no está podrida. 

Horizonte con sol es amor. El sol no mira, no calla, no duerme. No humanizar lo cosmológico. //GA.