viernes, abril 22, 2016

El afán de volver a intentarlo



Ya me cansé de esperar. Y volver una y otra vez, a intentarlo. Como dice Queen en su canción Innuendo. Seguiremos una y otra vez intentándolo. Es parte de la condición humana. La perseverancia es la madre de la felicidad; la voluntad, el padre. Una actitud ganadora se construye con deseo. Un imagen: visualización mental. La realidad existente, que existe, porque existió primero en la mente.  Allá arriba en la cordillera de la mente está el alfabeto de la casualidad infinita. El lenguaje inmanente de azares grandiosos y sabios. Parto, me caigo, me equivoco y me vuelvo a parar. Y así. El cambio no llega. Volver a empezar cien veces, aburre. Mas, no me doy por vencido. No tiro la toalla.

A lo Hitler


Ese magistral personaje alemán. Dictador con carisma de líder enfermo, obsesionado, taimado, pero muy perspicaz. Logró unificar su pequeño imperio sobre la base de una estrategia militar letal y una voluntad de hierro. Aguantó dos guerras mundiales, hasta que murió en su propia ley, no sin antes haber reunificado su pueblo y rescatado los valores imperecederos y riquezas de una Alemania histórica. Sin embargo, eso se mancha con la opresión a los judíos y el genocidio, a escala mundial. Hecho que significó la muerte de más de cinco millones de personas, en el conocido "holocausto". Fue el costo de su mal avenido talento de insistir. Y yo, a lo Hitler, ´Nica` la hago. Sólo puedo rescatar su voluntad por llevar a cabo un plan.Trascendió a su manera, pero a costa de pasar a llevar el derecho humano de otros. Eso, no tolero. Y sí, el compartir con distintas etnias, pueblos, culturas, animales, y la diversidad rica del cosmopolitismo global, que globaliza el inglés, el dólar, la tecnología y el capitalismo. 

Danza conmigo


No juego solo en este paraíso. Más bien infierno. O peor: limbo. Sí, porque la nada o la oscuridad total es algo como el infierno. Al menos, allí cumples un rol de culpable y pagas condena por tus pecados, aunque sufras y te quemes en lava infernal, mientras seres raros, monstruos, demonios y el mismo diablo, te torturan. Realidad más llevadera que el vacío absoluto. El silencio de la soledad sin vida. La quietud de blancura sin espacio ni tiempo. Nada. Ni energía, siquiera. Ese limbo me imagino como un sí; afirmativo de la no vida. O negativo de toda existencia. Yo, por mi parte, formo parte del sí a la vida. Danzo con ella, o ella conmigo. Soy dueño de las circunstancias que manejo a mi albedrío. Río, canto, juego, sueño y todos los verbos habidos y por haber. Me dedico a no venderme y a no compararme una vida, sino que vivirla. La naturaleza está ahí. Con el viento danzo para saltar al abismo espacial de mi conciencia. Estoy aquí en el presente. La oscuridad del cerebro hace activar el tercer ojo, la glándula pineal que me lleva a otras dimensiones y me enlaza con mundos en el cosmos lejano. O bailan solos, o bailo al ritmo de ellos, pero no paro. Incesante movimiento que en cuerpo no está quieto, en mente sí. No hay peor diligencia, que la que no se hace. Repito porque no se me ocurre algo mejor. Sólo danzo y bailo, y caigo y me paro en un constante sortilegio de ataúdes moribundos. Árbol vibracional, que es las fuente de toda naturaleza. El creador me hizo y nos hizo como el derroche celestial. La humanidad que teme a dioses, o los inventa para apaciguar su estadía. No hace falta que me alaben. En el cielo el ángel nunca cae. Bajo tierra entierro recuerdos podridos, que huelen como la ropa de antaño. Incaica y azteca. No hay diferencia. El pueblo precolombino sacrifica vidas, yo sacrifico ternuras de cielos nublados.

Ayer es mañana



Ya se viene, dicen. El cambio no es mañana, respondo. Es ahora, cabrón. No te lamentes por lo que hiciste; más bien por lo que no hiciste. A llorar a esas vírgenes de Calcuta. No vale nada. Mucho es el precio que el dinero no puede pagar. Las tarjetas se revientan. El mall sigue lleno. Los buses no dan abasto. Entonces, queda practicar el ahora como momento que sigue todo el rato. No para. Esa es la idea. Fuerza, serenidad, tranquilidad. Ya se cumplirán las metas. La paciencia se cultiva de una y para siempre. Al menos, hasta que deje de latir tu corazón para que te vayas en paz.