jueves, abril 03, 2014

La mente urbana que se desnuda

Ya no me sorprende la vida. Miro cómo transcurren los hechos y no me inmuto. Con los años, uno va perdiendo la capacidad de asombro. Antes era más idealista; ahora, soy más realista. Suceden catástrofes, accidentes, terremotos y maremotos. Nada me sorprende. Las noticias se repiten. Las caras también. Hay algo inalterable en mí: mi capacidad de amar.



Es un amor que está latiendo, pero está dormido. Necesita del sentido pasional que se prende cuando, materializado en una mujer, corroe todo el cuerpo y alma. Calma la sed sedienta de querer y ser querido. Afectiva la carencia que no deja serenar la conciencia. Dependencia volátil, cariño frustrado y esperanza renacida. Es de viejos pensar, me dicen. Cuando niño, por el contrario, imaginaba más. Cuestión de principios y convicciones. Pero éstas cambian con el tiempo. Lo que antes me hacía reír, hoy me es indiferente. Las circunstancias las construye uno con las múltiples actividades que realiza día a día. Ya no se sabe de qué aferrarse para encontrar estabilidad. Hay un mundo afuera que contrasta con mi planeta interior. Si la verdad está dentro de uno, prefiero encontrarla en vez de seguir buscando piedras preciosas en el mar. Es más interesante ver el resplandecer de rozas azules.



Miro los edificios. Lleno de edificios. El horizonte urbano agobia. La gente concentrada me distrae. Como hormigas a la azúcar, se insertan en fila a los carros del tren subterráneo. Policías en todos lados y pocos ciclistas. Humoristas, artistas y vendedores ambulantes dibujan a la "people" que cohabita en la capitalina ciudad urbanizada y contaminada. Miro por fuera lo que por dentro carcome. El cáncer se lo creó el propio hombre. El ambiente se venga; las catástrofes, un ejemplo. La peor contaminación acústica son las sirenas de alerta. Entre más se repiten, menos paz interior y exterior con otros. El hambre no deja de tener sed. Se acabó la agonía. La gente está más despierta, pero también más desesperada. Quiere solucionar sus problemas sociales, pero se acomoda en su sillón pasivo, esperando el asistencialismo que haga, de la desigualdad, el caballo de batalla de mentes ilusas. Creen que con bonos saldrán de la pobreza. El subsidio se hizo para apoyara, no para mantener a los flojos. Todos gritan. Pocos escuchan. Y la bocina sigue, y el semáforo sigue, y la gente sigue, y los autos siguen, y las micros siguen, y los animales domésticos siguen. Mas yo no sigo, y no sé por qué no sigo. Dibujo en mi mente aquello que proyecto y realizo, luego, existo. Si otro no reconoce mi logro, es como si no existiera. En la demostración ante el otro, está la validez de uno mismo. Dependencia de vivir en función de otros, que enferma la cordura, la autoestima, la soberbia y el orgullo. La humildad trastocada y prostituida por ideas de libertinaje. El dinero corrompe.



En esencia, carecemos de papel. Los títulos llegan a dar lo mismo, en tanto tu bolsillo esté lleno. Se compra el pan y también una vida de mejor calidad, que no todos pueden tener. Si todos tuvieran una vida similar, simplemente, no habría progreso, porque no habría sentido de por qué luchar. El relato debe ser otro. Las preocupaciones otras. La evolución tiene que ver con tratar de cooperar entre seres humanos, en lugar de competir. El capitalismo -padre de la globalización- instaló el individualismo, la carencia, el materialismo y la codicia. Si se erradica, ¿Qué queda? La solidaridad, el respeto, el cariño, el amor, el sustento, la humildad. Ahora bien, eso no es tal, en tanto a cada rato nace un imbécil con pensamiento xenofóbico y discriminador. Deberían ser los menos.



Allá afuera hace menos frío que en tu interior. Enciende la llama de tu ser eterno y empápate de la luz divida que viene directamente del universo. Desconéctate del entorno. Enfócate en tu realidad interior. Tu vida mejorará y te conocerás mejor a ti mismo. Es fácil. Respira hondo en soledad. Ponte cómodo. Con ropa suelta, cierra los ojos, escuchando música relajante. Imagina un lugar bello donde te gustaría estar y anda a ese lugar. Luego caes en el trance de la mente en blanco. Activas tu chakra frontal. Tu tercer ojo. Tu glándula pituitaria. Estás feliz. Eres tú mismo, contigo mismo y el universo. Presente puro y dominio feliz.