viernes, junio 14, 2019

La complicidad en el amor: Trampolín recíproco de la felicidad en pareja




-El cuento real de nuestras vidas nos une en amor. Dios es amor, y el amor-valga la redundancia-es el pilar que alimenta esta reciprocidad; estas ganas de estar juntos que trasciende nuestro ser y nos alimenta del goce feliz, en comunión de a dos, que disfrutamos a concho. Tanto metas personales como en pareja nos planteamos. Nos apoyamos en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza. Las circunstancias pasan, el amor queda, y este sentimiento complementario nos une hasta el fin de los tiempos. De aquí a la eternidad eterna. 

Por Gabriel Angulo González

El complemento es lo que completa un ser de otro o un distinto de otro. En realidad, uno ya es realizado, pero con el ser amado, del amor verdadero, uno se siente el doble realizado y feliz en esta vida, en el planeta Tierra.

Ser uno mismo se manifiesta en la autenticidad de verse de la mano con el ser amado. Sientes que la vida cobra sentido. De la mano caminas con la mujer que llegó a ti para construir un amor bello y duradero. Eso mágico y eterno que han hablado por siglos los poetas. En definitiva, el amor puro. La felicidad rodea tu entorno. El aura de la alegría nos cobija en un magisterio de ternura, intensidad, pasión, placer y emoción engendrada.


Eres mi cielo despejado, mi tesoro esperado. Mis caricias son un don cuando tu rostro las recibe. Tu piel adoro, tersa, blanca y cremosa. Así como el amor sin respeto se pierde, así también cada día amaneces con la sonrisa en los labios de saber que tu angelito te adora y está contigo siempre, mi cielo. La planta del amor se marchita si no se riega. En cada momento enciendo la mecha de nuestro amor que hace latir los corazones a mil.

Eres el ave de mi paz, la inspiración de mi bondad. Contigo la fe crece y la dicha del alma es un goce del espíritu. Más allá del amor, somos cómplices de nuestra existencia, la pareja que de forma recíproca sintoniza en una misma frecuencia deseos, anhelos, proyectos y alegrías. El destino unido en sentimiento de enlace primordial. La mujer de mi vida. El amor de mi vida. Eres eso y mucho más, mi amor. El amor verdadero no teme a la lluvia ni a ninguna tempestad. Partimos en atracción, en gustar, querer y estamos en el nivel de amarnos con la intensidad que nos caracteriza.

Descubrimos en nuestro espacio íntimo y complementario, que amar es encontrar en la felicidad ajena tu propia felicidad. Que, finalmente, se convierte en una sola construida por el amor y lo contento que ambos nos ponemos el saber que hacemos feliz a la persona que amamos: eso es amor. Cuando veo tu sonrisa a flor de piel siento que mi misión de darte felicidad se cumple. Una caricia, una habitación, una flor, un libro, un poema, un chocolate, un vicio. Purifico el humo de tu cigarro y alejo tus tormentos. Calmo tus angustias. Amo tus cambios de ánimo, y a ti entera con tu intensidad, pero también en tu relajo, en tu sueño, en tu dormir, en tu despertar, en tus alegrías y penas. Te acepto tal cual eres, desde días nublados con encierros mentales hasta periodos despejados del sol que ilumina el amor y te muestra en tu plenitud, con tu pasión desatada y la sonrisa en los labios. Cada gesto alimenta esta emoción de hacerte feliz y, por extensión, se acrecienta también mi felicidad. Somos cómplices de nuestro propio destino, lo cual es el trampolín, el salto cuántico a nuestra felicidad plena, duradera y, por qué no, eterna. El Altísimo y la Santísima Virgen son testigos del amor que nos tenemos. Y eso, es la mayor bendición que tenemos: unidos en reciprocidad, amor, fe, intelectualidad, cariño, pasión, goce, música, y muchos etc. a este amor que nos entregamos....





                Recostado en mi regazo


Siento tu respiración y respiro más profundo, tu abrazo acaricia el alma, apapacha el sentimiento y la estadía florece de amor, en la vida que compartimos cada día. 
En mi regazo sientes lo confortable del amor, ambos relajamos el devenir del sentir en relajo mutuo.
Te amparo, te protejo, te consuelo. El abrazo es completo y sentimos la paz de estar unidos, la dicha de enlazar nuestro mundo.
Paso a paso construimos la bella relación.
Cuando dos almas se reconocen complementarias jamás se separan. Ni la distancia, ni los otros ni la circunstancia. Nada nos aleja. 
Amanecer contigo es comenzar cada día con la paz que solo tú me das. 
Somos un principio sin final, un afán celestial de pureza de niños amando de verdad.
Lento, y luego de golpe, el enamoramiento toca nuestra puerta, y dejamos el corazón abierto para dejar entrar en los dos el sentimiento que nos une. Un abrazo representa mil palabras, un abrazo expresa cuanto te amo, un abrazo me insta seguir siempre contigo de la mano. 
Llegar contigo al final del camino es el mejor aliento para vivir nuestras vidas, en esta vida que nos unió por la voluntad de Dios. Con su gracia y bendición cada día vamos acrecentando este bello sentimiento que construimos tú y yo.
Gabriel y Natalia, un ángel anunciando el natalicio de nuestro amor. 
//GA





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