domingo, mayo 12, 2019

Cuando la fe y el amor van de la mano


-Ocurre que la vida te sorprende. Conoces el amor y la reciprocidad en una relación amorosa. Y eso te llena el alma y el cuerpo. Si a lo anterior, le sumamos la fe compartida el espíritu también se regocija y llena de alegría el sentimiento primordial: el amor.

Por Gabriel Angulo González

Cuando la unicidad se da, transcendiendo la separatividad que plantea Erick From en el obra literaria "El arte de amar", está claro que dos seres pueden y deben-en nombre del amor del Señor-estar unidos en comunión mutua de felicidad compartida.


El amor es bendecir toda la existencia y de a dos esa bendición se duplica para vivir en plenitud, con la persona que comparte tu vida. Es la dicha de vivir en pareja.

Dicha reciprocidad se amplía cuando la fe cohabita en ambos, cuando Dios cubre con su manto la bella relación basada en amor, respeto, sinceridad y compromiso. Es una bendición que día a día contenta la vida de dos personas dispuestas a todo por vivir unidos en comunión con el Altísimo. 

Paso a paso, día a día, florece la ternura, esa que acompaña de la mano con el ser querido y con la mirada atenta del Altísimo, que protege y bendice el triunfo del amor. Cuando exista malestar, oscuridad o momentos malos, orar en nombre de Jesús y la Santísima virgen María, ilumina los pasos, en solitario y en compañía del ser amado.

La combinación de amor y fe es sana y sirve para construir relaciones duraderas y, en definitiva, formar familia. Con o sin hijos, Dios está con una pareja así unida, por supuesto, en el sagrado matrimonio. Lo que Dios une no lo separa el hombre. Y el para siempre cobra fuerza. En la salud y enfermedad, la unión y apoyo mutuo se mantienen, como las flores del jardín del edén, que siempre florecen la eternidad. En la pobreza y la riqueza, no faltará pan en la mesa y la riqueza espiritual será mayor que cualquier bien material que adquieran en conjunto.

En el rezo se alaba a Cristo y se venera a la Santísima Virgen María. La pareja complementa dichas alabanzas en el misterio perpetuo se orar. Pueden pasar tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas, mas tu palabra no pasara.



La palabra del Señor es vida. El que cree en él, aunque muera, vivirá. Las sagradas escrituras revelan todo y al TODO. A Dios, como el principio y el fin, el alfa y el omega. El Altísimo coloca la pieza que falta en el rompecabezas de cada lugar. Llena los vacíos, bendice a las parejas.



Lo que une Dios, que el hombre no lo separe.

Luminoso de la luz divina,
que habitas en mi ser.
Me contagias de tu bendita misericordia y me haces ser feliz.
Tú que vives y reinas en el cielo.
Tú que consuelas mi espíritu en tiempos magros.

Eres Señor, el camino despejado, la vida misma y la eterna.
Contigo nada falla, contigo nada se pierde.
Desde lo alto te alegras al ver dos personas unidas en matrimonio.
Cuando triunfa el amor, quien hace posible eso, eres tú Señor.

Mi pastor en tierras secas y fértiles. Mi guía en la oscuridad, mi tranquilidad en la tensión.
Mi Señor que acompaña y orienta la vida, de la mano de la persona amada.
El que nunca falla. Sus tiempos son sagrados. Así sea //.






No hay comentarios.: