martes, julio 23, 2019

Vencer el frío



-Entre una gota de agua que cae delicada del cielo, a un temporal con lluvia torrencial, hay algo que permanece inalterable en dichas circunstancias climáticas: el frío. Ese que cala los huesos o ese que no pasa de un leve viento que ondula el cabello y te llena de aire los pulmones. Sin embargo, el amor caluroso lo vence con ternura y romanticismo delicado que prende la pasión y relaja el corazón. La fe es la llave maestra que Dios coloca entre nosotros. 

Calor artificial. Claro, cubre, protege y mantiene tu temperatura temporal a los 36ºC. Nada, no obstante, reemplaza el calor corporal del amor, el calor cálido de la pareja que enciende la habitación y evapora las gotas del frío.

Cielo querido, dulce sueño conmovido. Me abrigo con tu manto, y tu abrazo prende la calidez del alma. La luz del calor es amor, el abrigo leal vale más que cualquier castillo medieval.

Te abrigo y me abrigas, y el abrazo vence el frío y, de paso, el temor. Sientes la protección, el calor del abrazo, el sofoco del ocaso. Tus labios carmesí se humedecen cuando rozan los míos. La nota aguda de la música de fondo enaltece el momento candente. El invierno es verano cuando agitamos el corazón.

La maravilla del amor hizo frutos. La lluvia caía de alegría y la neblina refrescaba la estadía. Amanecer contigo una mañana fría es la mejor bendición que puedo tener en vida. Compañera de la vida, fiel convicción de amor concebido; pues no hay pecado concebido.

La luna no se ve. Nublada se muestra la noche. En la habitación, el frío disipado temporiza los cuerpos, con la vela romántica y el incienso que aromatiza la bella estadía.

Sin frazadas es mejor dormir de a dos. Cada canción romántica nos llama al encuentro rotundo de alondras, queriendo amarse. El alma del calor se llena de sensación sentimental. El corazón late a mil, el viento se siente en pasión rubí. Desde lo alto una paloma amplía su paz al vernos enlazados.

La calidez de la compañía amorosa supera toda calamidad, frío y tormento. Dios ilumina el invierno y la luz interna que cada cual activa en uno, en nombre de la fe, convirtiéndose en algo que no tiene límites.

Se recompone la trizadura del sensible vidrio que transparenta la vida a plenitud. El rompecabezas de mi vida tú lo completas. De la mano recorremos la lluvia soleada de de la vida como bella canción.

Se mantiene la llama encendida, prendida, mi bella divina, que apareciste en vida para deslumbrar mi estadía, de cada día, coartando la monotonía de las noches frías. Lealtad pura, confianza plena. No te desamparo ni de noche ni de día. Soy tu ángel de alegría, tu ruiseñor amoroso convertido en delicia. Caricias nos regalamos y el ocaso culmina, y las pieles se animan a juntarse. 



¡Oh! Mi armonía existencial. Tu hermosura celestial cohabita mi navegar azulado del mar eclipsado. Río, en el río de tu candor. Me llenas cada recoveco de mis laberintos sempiternos. Tempera ideal con tu pasión a flor de piel.Ante cualquier tempestad, juntos reconstruimos adversidades inevitables, pero que fortalecen el amor.

El claroscuro de tu vivir es la bendición de mi creencia. Mi fe devota en amor concebido. El sí y el no de la bondad es amar. Aire puro tras la lluvia. El goteo purificador que el clima entregó en nombre de Dios. Ningún material particulado queda. Materia en suspensión anulada. Solo brilla el ser celestial en ambos cuando respiramos lo puro del amor, en cada creación del Altísimo.

Flor en piel. Suavidad recorrida en vaivenes. Cremosa celestina de amaneceres tiernos con música y café. Cada día florece lo nuestro con pasión, ternura y emoción amorosa del respeto mutuo, cariño y comunicación fluida. Y el dormir en las noches es una ensoñación para el sueño placentero de a dos: ¡Bienvenida la vida! /GA.
  

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