martes, febrero 12, 2019

Un dulce comienzo



El desliz de sonrisas dejó abierta la puerta, en el atardecer. Miradas curiosas y latidos armónicos. Alegría dichosa en vaivén de caricia aproximada. El sol fue testigo del acto consumado. Un amanecer de un dulce comienzo, un abrazo del intenso equilibrio. El horizonte de una partida feliz sin retorno. 

Poe Gabriel Angulo 

Almas en cuerpos alumbrados, cuyo candor enciende el deseo, nivelando las anatomías. Cielo despejado, en cautiverio caprichoso. La llama se enciende y las yemas sienten al ser, percibido y atendido.

El impulso dulce y deseoso activa el despertar. Dormido estaba aquel, sumergido en el sentimiento asustado de la soledad. Besos, y los ojos cerrados. Abrazos en el mar. Pasión desatada. Almas que desean ser amadas. 

Nadie cubre la intimidad más que ellos mismos. Espacio de descubrimiento piel a piel. Etapa inicial, comienzo crucial. Oleaje de fondo, gente de mar en verano. Nada realmente importa más que ese instante. Presente. Aquí y ahora en ese monento. 

Cada segundo valorado es un goce disfrutado. Las venas fluyen más sangre del corazón bombeado por la armonía de la vida que empieza a nacer. Vez primera y lenta. Lo breve de lo bueno versus lo bueno de lo breve. Como último suspiro, que en realidad es el primero de muchos qur vendrán. Y si ya fue, es en un eterno retorno del placer amoroso de almas nobles, curiosas y deseosas. 

El doble cuántico de sensación primordial, esa que es creación y emoción. Piel suave y labios cremosos adornan lo percibido. Si el cielo azul con nubes parciales enciende la vida,  con luminocidad permanente, sus ojos son el reflejo de amor parcial que transmigra a permanente.



Entre miradas, risas y palabras su mirada cutivante prende la llama del corazón alegre. 

El árbol de la sabiduría es fuente de vida, cada día, aumenta en la ida, el amor hacia lo eterno. 

Un edén terrenal contruyen, un amor primordial difunden. Son dos ramas de un mismo tronco, almas contentas de un mismo entorno. Contemplan la ilusión con amor y devoción, configuran su canción con ternura y pasión.

Caricia franca y delicada, tacto amoroso de la delicia aplicada. Despejan caminos, liberan su mente, casualmente, transitan de la mano por senderos latentes. 

En su rostro, una flor pide florecer, cuando surge el cariño sincero y jovial, ésta emerge en plenitud amorosa, cuyos pétalos dibujan una alegría celestial que contenta el espíritu e invita al progreso genial de dos almas que sienten, al unísono, ese anhelo primordial. 


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