viernes, mayo 26, 2006

La plenitud de tener 22

A medida que voy creciendo el tiempo pasa más rápido. O al menos es esa la impresión que tengo mientras percibo este planeta caótico. Y esa sensación puede ser catalogada como natural y biológica, en cuanto a que a medida que uno crece el metabolismo es más lento, por lo tanto, el funcionamiento interno de nuestro organismo se demora en terminar sus procesos internos. Y todo lo externo (en este caso el entorno del mundo) se siente transcurriendo de forma veloz. No debería ser extraño. Pero para mí lo es. Recuperar la ilusión de niño es algo por lo que lucho constantemente. No vestirse con ninguna ideología ni asumir responsabilidades es mi consigna. Sin embargo-y de alguna forma contradiciéndome-en instantes creo que debería madurar en muchos aspectos. Nadie es perfecto, ni pretendo serlo. La vida empieza cuando envejecen los sueños, decía Nietzsche. Tan pesimista no soy. Soy más bien optimista y transmito alegría a la gente para que me vea feliz. Es un mecanismo de defensa que empleo para proyectar motivación hacia los demás. Yo trato de combinar seriedad y chacota como quien trata de mezclar agua y aceite. Pero qué puedo hacer si soy géminis. Las dos caras de la moneda aparecen simultáneamente en mi mente confundiéndo y entorpeciendo mis pasos...Me complico más de la cuenta. Mi pecado es pensar en demasía. Le doy vueltas a un asunto en mi mente de forma redundante. Eso trae consigo un rollismo innecesario y un derroche neuronal...esta misma columna la reflexiono mucho. Debería simplemente escribir. Uno escribe lo que piensa. A veces escribo lo que otros piensan. Si eso es plagio, entonces que todos lancen la piedra. Todos nos influenciamos por algo o alguien. Si no hay influencia, no hay aprendizaje. Si no hay gustos, no hay identidad. No copio, porque digo lo mismo que otros, pero con distintas palabras. Lo que hago simplemente es interpretar a mis pensadores favoritos. Comparto lo que ellos piensan nada más. En todo caso los ocupo como marco de referencia y no como adjudicándome frases de otros o apoderándome de ideologías de tinte dogmático e intolerante....Siendo consecuente con el título...la plenitud que siento es relativa. Por un lado, me creo el cuento del futuro periodista. Por otro, no creo en nada. Soy un nihilista pasivo. Pero mi pasividad tiene un límite: cuando algo afecta mis emociones...con esto no trato de decir que soy frío, sólo que tengo mi lado neutral y demasiado "ver para creer"...Tengo que aprender a separar planos. Una cosa es ser periodista objetivo que no se deja instrumentalizar con ningún tipo de ideología. Pero otra cosa es aplicar esa misma lógica en la vida cotidiana. En el hogar o en la Universidad si se hace eso, uno no se compromete con nada y cree en nadie. De esa forma uno se vuelve apático y desconfía de los demás…la soledad se la crea el mismo sujeto por la profesía autoclumpida. Si soy autocrítico me supero a mí mismo, si no lo soy, sigo siendo un más del monton. La plenitud de tener 22 años permite ampliar la visión que tengo del mundo interior mío y del exterior. Ojalá el destino se construya a mi favor...

1 comentario:

Matías Rovano dijo...

visita http://matiasrovano.blogspot.com